José Luis Perales habla a través de sus canciones
románticas. Basta citar "¿Y cómo es él?", "Te quiero", "Por qué te vas",
"Sí" y "Un velero llamado Libertad" para individualizar a este
cantautor español, que ya lleva cuatro décadas con la música. Pero hay
otro Perales. El intimista, el que está preocupado por la situación
social de España, el que confiesa que empezó siendo un cantante de
protesta, y el que cuenta que debe aislarse en una casa en medio del
campo, sin luz y sin agua corriente, para permitir la llegada de las
musas. Así nació "Calle Soledad", el disco que el próximo viernes, a las
21.30, presenta en el Auditorio Fundación (Mitre 754). "Ahora hago
canciones que no tienen la mínima concesión a nada ni a nadie", dijo
Perales a Escenario.
—¿Por qué le puso a su nuevo disco un título tan nostálgico como "Calle Soledad"?
—Es un poco paradójico. "Calle Soledad" surge casi
casualmente en el momento en que estábamos grabando un video con algunas
canciones en el pueblo en donde yo nací, en Castejón, en mi casa del
pueblo. Ahí me llevé a mis músicos desde Madrid para grabar unas
canciones en vivo, trasladamos prácticamente el estudio hasta la casa
del pueblo, y ahí, en un descanso de los ensayos y las grabaciones, nos
fuimos a tomar una cerveza al bar de ese pueblo chiquitito, de 100
habitantes, que ahora son 99 desde que me fui. Es ahí cuando el
productor del disco se fija en un cartel de una esquina, que decía Calle
Soledad.
—Parecía que a ese cartel alguien lo hubiese puesto allí intencionalmente para que usted lo vea.
—Pues, claro, fue ahí que el productor dijo "qué
curioso el nombre de esta calle, qué título tan bonito". Y yo le dije:
"Lo que tú no sabes es que esta calle fue la calle en la que yo, cuando
era niño, paseaba desde mi casa a la escuela, todos los días, porque al
principio de la Calle Soledad estaba la casa de mis padres. Es para mí
un homenaje a mi adolescencia y a todos mis recuerdos de esa infancia de
mi pueblo. Por otra parte tiene mucho que ver con el medio en el que me
muevo cuando escribo, que es la soledad absoluta en el campo, o sea que
por muchas razones la soledad siempre me ha acompañado como concepto.
—¿Usted sigue viviendo allí?
—No, pero tengo casa, así que voy a menudo. Es una
casa medio loca, en mitad de la nada, a unos cinco kilómetros de la casa
donde nací. Está en mitad del campo, y ahí es donde voy a escribir. Es
un lugar donde no hay ni luz eléctrica, ni agua corriente, es una casa
totalmente quijotesca, pero fue una ventana en toda mi obra, porque
todas mis canciones las he escrito siempre allí.
—¿Las canciones románticas toman otro vuelo en ese contexto desolado?
—Las románticas, las menos románticas, las
testimoniales, las canciones de autor, las de recuerdos de la infancia,
en esa soledad uno hilvana muchas cosas, y hay muchos recuerdos que
escribir e historias que de pronto ahí, en ese silencio absoluto, llegan
con mucha fluidez. Y además las musas están mucho más predispuestas a
inspirarte musicalmente, es el viento, es la lluvia, es la soledad. Y es
el invierno casi siempre, porque siempre es otoño o invierno en la
época del año cuando me voy a escribir y componer allí. Es un sitio muy
especial, que me facilita mucho la composición.
—A usted se lo conoce por sus canciones románticas, pero también tiene un pasado con canciones de temática más comprometida.
—Sí, incluso empecé siendo un cantante de protesta,
bastante social, en la época de los 70. Pero pasaba que la compañía
discográfica, que era Hispavox en España y Microfón en la Argentina,
acababa eligiendo las canciones más románticas entre todas las que
presentaba, porque es más fácil de vender, decían.
—¿Cómo tomó esa discriminación de sus canciones más comprometidas?
—Y... a mí me dolía un poco, pero bueno. Ahora sí,
gracias a Dios, yo soy libre de elegir mi propio repertorio, de elegir
mis propios discos, y ahora hago canciones que no tienen la mínima
concesión a nada ni a nadie. Pero en aquella época había que tener
alguna concesión por la compañía que te pagaba el disco. Así empezó una
especie de camino romántico y obviaron las canciones sociales, que
también están en mis discos, pero me pusieron la etiqueta de cantante
romántico. De todos modos, la gente que tiene mis discos y sigue mi
carrera sabe que tengo también otro tipo de canciones más comprometidas y
de temática más social.
—España está viviendo un pequeño estallido social por la desocupación. ¿Cuál es su opinión sobre esta situación?
—Hombre, un pequeño estallido no, hay un gran
estallido social, en la gente que está parada (desocupada), en la gente
joven, hay muchos millones de gente sin trabajo. Es un momento similar
al que vivió la Argentina, que siempre ha salido adelante porque tenéis
una fuerza increíble. La crisis nos ha afectados a todos y a todo, los
recortes que ha hecho el gobierno para la cultura, para el cine, para el
teatro, para los espectáculos. Se están limitando mucho los
presupuestos para los creadores, y eso es dramático para un país. Por
otra parte está el trabajo de la gente, hay comedores sociales donde van
los que no tienen qué comer, y eso es tremendo, evidentemente me
afecta, y lo siento y lo lamento porque es mi país.
—¿Este tipo de problemáticas se cuelan en sus canciones al componer en su soledad?
—Claro, claro que se me cuelan. Hace mucho tiempo
hablé del parado, que es una figura que me ha conmovido mucho, porque el
parado es el que no tiene qué comer, y qué darle a sus hijos para vivir
ni para vestirse. El parado existió siempre y los problemas sociales
existieron siempre, aunque nunca como ahora. La canción está por ahí
perdida en alguno de mis discos (se refiere a "Sueños de libertad", de
1987) y se llama "De profesión parao" , y tiene esa cosa bohemia. Pero
dentro de esa bohemia hay un drama, y es el parado (o parao) que está
dando paseos por la gran vía en Madrid ante la indiferencia de la gente.
Cita para musas
“Compongo en una casa medio loca, en mitad de la
nada, es un lugar sin luz eléctrica ni agua corriente. Es una casa
quijotesca, pero todas mis canciones las he escrito ahí”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario