lunes, 15 de octubre de 2012

José Luis Perales despierta pasiones

Hoy ha terminado mi gira por Argentina, por los teatros de Córdoba, Rosario y Buenos Aires. Todavía resuenan en mi cabeza los gritos de “¡Dioso!” y “¡Te amo!” que el público mayoritariamente femenino gritaba en el teatro. No deja de sorprenderme que a mi edad “despierte esas pasiones” hasta el punto de que alguien, desde uno de los pisos altos del teatro, a modo de cometa, lanzara unos pantys que fueron a estrellarse a mis pies. ¡Sorprendente!
Hay voces que desde el principio del concierto piden a gritos “Y cómo es él”, lo que a veces me desconcentra. En un noticiero de televisión la presentadora, como si de una primicia se tratara, desvela que la canción, a pesar de lo que la mayoría piensa, está escrita para mi hija. Una vez más me sorprendo de tal afirmación y pienso que veinte años desmintiéndolo no me han servido de nada. Decido desistir y que cada cual lo interprete como mejor le convenga. Por último, aclarar que me hija, cuando yo escribí la canción, tenía tres años.
Miro mis zapatos. Me da pena verlos tan viejos, pero son muy cómodos, motivo por el cual los elegí para este viaje. Inevitablemente debo cambiarlos. Los vuelvo a mirar y pienso si tendrán algún arreglo para poder seguir usándolos. Me sorprendo de hasta qué punto puedo ser fiel a unos simples zapatos, pero definitivamente creo que es hora de sustituirlos por otros.  Con cierta pereza salgo a la calle en busca de unos nuevos y lo más parecidos posible para no sentir el desgarro de tal separación. Recorro la calle Florida, y con gran alegría, en un escaparate descubro su alma gemela. Entro, los compro, me los pongo y salgo a la calle como “niño con zapatos nuevos”.
La báscula del baño, ese odioso aparato contador de gramos, me grita que debo controlar mi dieta y ser más austero con la pasta, pero confieso que me está costando una enfermedad “mantener el tipo”.

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